jueves, 18 de diciembre de 2014

Kiwi

Kiwi fue mi querida mascota hasta hace poco, van a hacer seis meses sin él...
Kiwi era un degu. 
Kiwi era especial.
Apareció en mi vida como un regalo de cumpleaños. Unas amigas que sabían de mis ganas por tener una pequeña mascota me llevaron a ver animales en una tienda de mascotas. En eso que me dicen: mira que "bicho" tan gracioso tienen y si quieres te dejan cogerlo. Y así fue como en mis manos cogí por primera vez a "ese bicho". Claro, fue un flechazo instantáneo porque me pareció muy bonito y gracioso. Me preguntaron si me gustaba y al decir que sí me soltaron que era lo que tenían pensado regalarme por mi cumple. Les dije que no hacía falta, pero insistieron. Me dijeron si quería el que acababa de coger y aún tenía en sus manos el de la tienda u otro de los que tenían. Como era a él (ya me dijeron que era macho) a quien había cogido no escogí a otro degu.
Una vez tenía a quien pasaría a llamarse Kiwi (luego explico el por qué de su nombre) dentro de una caja de papel y, antes de llevarlo a casa, decidimos tomar primero un café. Kiwi desde el principio dejó bien clara su afición por morder todo. Se había quedado dentro de la caja y esta a su vez dentro del coche de mi amiga. No lo llevamos con nosotras para no ir con la caja dando tumbos y como eran sólo unos 15 minutos, pues no pasaba nada. Eso creíamos porque a él le dio por morder la caja. Yo estaba inquieta por haberle dejado sólo e insistí en darnos prisa y volver pronto junto a él. Y si no llega a ser porque nos dimos más prisa de lo pensado nos lo hubiésemos encontrado suelto por el coche. Por suerte no salió de la caja y no ocurrió nada, pero pensé pues anda que ya lo estoy cuidando bien...
El sitio que ocupó en casa fue fácil desde el principio, su jaula estaba hecha en una estantería que hay en la terraza en casa de mis padres. Por aquel entonces vivía con ellos. La estantería es de madera y lo que es el fondo lo dejó agujereado. Pero por ahí al pegar a la pared no podía salir. Mi padre le hizo una escalera porque tenía como dos plantas, pero la escalera se convirtió en serrín.
Y es que los degus son unos de los animales a los que más les gusta roer. Se divierten así.
Cuando me independicé le cogí de primeras una jaula para conejos, pero agujereó el suelo al ser de plástico. Su última vivienda era una jaula para pájaros.
Aunque estaba ahí metido de vez en cuando le sacaba para que pudiese correr por el baño. El sitio donde no había escondites para meterse ni cosas que pudiese roer tan fácilmente. Eso sí, vigilándolo porque si no iba a por la puerta.
Le gustaba subirse por encima de mis piernas.
Le rascabas la barbilla y se quedaba como grogui de lo que le gustaba.
De vez en cuando a parte de su comida para degus o en su defecto de roedores en general, me gustaba darle algunas pipas de girasol, pistachos, cacahuetes o almendras. Las almendras sin pelar porque así podía roerlas.
Alguna vez le di algún trozo de galleta, poco porque lo degus tienden a la diabetes.
Si al darle alguna de estas "golosinas" hacías como si se la fueses a quitar emitía un ruido de gritito histérico.
Es increíble la cantidad de ruidos distintos que hacen estos animales.
Con el tiempo más o menos "traduje" lo que me decía.
No me quiero extender mucho y además ahora mismo no sé que más podría contar sobre él, y lo que viví junto a él es difícil de contar porque las sensaciones son difíciles de describir.
No me des besos pesada (mirar su patita)
Sólo quiero añadir que es, era y será muy especial para mí. Y siempre le querré.
Y como le cantaba con la música de la canción de los Picapiedras: Kiwi ultra Kiwi, el más bonito de los degus es.
¡Casi me olvido! Dije de contaros el por qué de su nombre. Tan sencillo como que su cuerpo redondo y peludo en color marrón me recordaba a los kiwis. 


1 comentario:

  1. En el cielo de los degus las nubes son de cartón, el arco iris un enorme rollo de papel y las gotas de lluvia son pistachos.

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