miércoles, 17 de diciembre de 2014

Mimi, mi gata

Hace un par de años:
Desde hacía algún tiempo mi novio y yo teníamos la idea de adoptar un gato. En un principio pensamos en un macho (esto más bien porque ya tengo uno donde mis padres y no sé...) y si era más joven mejor porque así se suponía que sería más fácil adaptarnos todos. Tendría menos moldeado su carácter y podríamos tenerlo más tiempo con nosotros que si se trataba de uno más mayor o viejo. 
Pero cuando por fin estábamos seguros de dar el paso de la adopción, la protectora nos sugirió como gato a adoptar una hembra de casi el año de edad. Se trataba en ese momento de Mi (sólo un mi). Nos mandaron una foto y ¡cómo decir que no! Como yo estaba muy nerviosa, parte por la emoción, parte porque quería que todo fuese perfecto y toda la parte porque soy puro nervio, no sabía si acudir a por Mi al día siguiente de confirmarles que sí, que la adoptábamos, o ir en unos días y preparar sus cosas. Quería tener su caja de arena, cacharros para la comida y algún juguete.
No recuerdo bien si fuimos al día siguiente o a los dos días, sólo recuerdo que cuando llegamos Mi estaba en su primer celo y que nos sugirieron si queríamos esperar a que se le pasara porque no nos resultara molesto. Dijimos que no, que ahora que ya la habíamos visto nos la queríamos llevar ya a casa, a nuestra, su casa.
Mi, que en ese momento pasó a llamarse Mimi (ya que Mi me parecía muy corto) llegó a nuestra/su casa inquieta y haciendo "el baile del culito" que es como llamo a lo que hacen las gatas al levantar el trasero y ponerse con las patas torcidas en pleno celo. Es muy gracioso de ver, pero ellas no lo pasan nada bien. Era su primer celo y penúltimo (tuvimos que esperar al siguiente por la fecha que teníamos para su esterilización...), con la misma protectora en los gastos de la adopción ya te dejan concertada la esterilización.
Quienes no tengáis gatos ni perros igual no sabéis del bien que hacéis al tomar la medida de esterilizar a vuestros amigos peludos. Pero no quiero dar consejos (que no están mal) si no contar la historia lo más completa posible sobre Mimi.
Esa noche estuvo muy pesada, pero yo ya la adoraba igualmente.
Con los días se calmó y más tarde llegó la esterilización.
Por trabajo no pude acompañarla a la operación, pero mi novio la llevó acompañado de un tío mío al que le pedí el favor de si podía acercarles en coche para hacer más cómodo el transporte de Mimi al ser en menos tiempo que si hacía el trayecto en transporte público. La clínica concertada no estaba en donde vivimos y pillaba algo lejos. Quizá a más de una hora en transporte. 
El caso es que mi tío me hizo ese favor enorme y Mimi llegó y volvió a casa de la operación perfectamente. Estaba algo atontada y tenía la tripa con sus puntos. Me daba miedo que se fuese a rascar o al moverse se hiciese daño, pero no ocurrió nada de eso y las cosas fueron bien. Sólo le molestaba la "campanita" (collar isabelino) para comer, se chocaba y andaba algo perdida. Pero con lo lista que es no tardó en ver cómo le resultaba más cómodo comer. Otra cosa que hacía la pobre era intentar lamerse la tripa (su "zampita"), lo que hacía que lavase la "campanita" al no poder llegarse. Pero esa etapa pasó y quedó libre del celo y de cualquier molestia.
Y nos fue demostrando, y sigue haciéndolo, lo lista que es. Tiene mucho carácter porque siempre te deja bien claro si no quiere algo. 
Juega a traerte con la boca ratones de juguete o gomas para pelo. Es muy divertido verla haciéndolo. Cuando hay gente no lo hace para dejarme mal. Aunque cada vez hay más gente que ha logrado verla. Los primeros días incluso intentaba quitarme la goma de la coleta mientras estaba durmiendo. Eso ya no lo hace, por suerte. 
Como buena gata le gusta meterse en las cajas, mochilas, cajones abiertos, armarios, bolsos...
Le gusta tumbarse sobre ropa recién doblada, el teclado del portátil más si lo estoy usando (es más emocionante), mi abrigo del curro cuando lo dejo encima de la cama (más si tengo que volver a ponérmelo), un cojín en forma de corazón que ya está proclamado como suyo, y cualquier sitio que es ese momento le parezca de un gran interés.
Se lava muy a menudo porque es muy presumida y quiere tener su pelo blanco y brillante.
Cuando quiere se sube encima tuya. Cuando no quiere "la secuestramos" y, a veces, se queda conforme.
Cada vez que entras en la cocina te persigue por si "caen unos bocaditos" (lata de comida blanda).
Y siempre las 24 horas del día, sin que lo sepa, nos tiene como "tontos" pensando en por y para ella.
Tendría montones de anécdotas por contar, pero por hoy lo dejo así. Quizá un día haga otra entrada contándolas.
Fue Mimi y no otro porque era nuestro destino. Ese destino que puede poner en tu camino seres maravillosos.
La foto que me mandaron desde la protectora


En su cojín


Cuando estaba operada


En un buen lugar



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