viernes, 30 de enero de 2015

Libres

En la vida se supone que eres libre para elegir, pero en realidad nos vemos obligados a ir hacia delante con una serie de opciones nada más. Eres libre para eligir unas u otras. Y aún así, a veces se interponen obstáculos que nos impiden llevar adelante la que decidimos.
Cinco casos en que ¿somos de verdad libres?

1. Trabajo:
Puede que te encuentres entre las personas que han realizado una serie de estudios y estás trabajando exactamente en lo que te propusiste. Claro, otra cosa es que el sueldo, horario, etc, realmente hayas llegado a poder elegirlos.
Normalmente si trabajas en cualquier cosa porque necesitas el dinero para poder vivir (algunos nacimos inteligentes, pero no ricos...) la elección casi ni existe. Y menos ahora que con la "excusa" de la crisis no tienes ni opción a que consideren un aumento de sueldo porque ya llevas muchos años en la empresa.
Vale, no eres libre porque tienes que ir sí o sí a trabajar sean las condiciones que sean.
De acuerdo, puedes elegir dejarlo.
2. Dejar un trabajo:
Una vez lo dejes, te ves otra vez en la búsqueda de uno nuevo. ¿Tienes la opción de no trabajar? No.
(Al no ser que te busques un chollo, des un braguetazo o te toque la lotería.)
Se acabó la elección y la libertad.
3. Familia:
Claro ejemplo de cosas que no eliges.
4. Amigos:
Quizá aquí la libertad la tienes en las manos porque los amigos si que los puedes elegir. 
Para mí la falta de libertad está en que hay veces en que creemos amigos a personas en las que sólo ven en nosotros una buena opción frente a otras personas, sólo les interesamos y nada más.
Queremos creer que son amigos y no, así que ahí no tenemos libertad de elegir seguir siendo su amigo porque debemos dejarlos (por salud mental) ir de nuestra vida.
5. Tiempo libre:
El tiempo que podemos invertirlo en lo que queramos, sólo en teoría. Es aquí en donde pueden surgir imprevistos que nos alteren los planes que teníamos.

Reflexión mía de hace ya algún tiempo y que publiqué en las notas del Facebook:

Quiero ser libre para equivocarme, para volver atrás, para soñar con cosas imposibles, para aprender, olvidar, recordar, para tener paciencia o ser impaciente y poder desesperarme, alegrarme, llorar tanto de alegría como de tristeza, para amar a quien o quienes quiera (de la manera que quiera), para creer en algo, en todo o en nada, crecer interiormente... Ser libre para, en definitiva, vivir.
No elegimos nacer, no queremos morir... Sólo podemos elegir como vivir y para eso tenemos que ser LIBRES.



No sé si el escribir esta nota con un intenso dolor de cabeza habrá sido para bien o para mal. Al menos esa decisión os la dejo con total libertad a quienes la leáis. 







miércoles, 14 de enero de 2015

Buenos recuerdos

Esta tarde, en el trabajo, ha venido uno de los transportistas a recoger. Este hombre es uno de los más simpáticos y educados de los que vienen. Bueno, es el que más.
Tenía que esperar por una cosa y ha empezado a hablarnos de cuando antes el dinero te llegaba para mucho y todos "éramos ricos". Nos ha contado que él estuvo trabajando en una frutería que resulta que estaba en el Barrio del Pilar (Madrid). Yo viví allí en mis primeros años de vida. El hombre nos ha contado sobre su frutería curiosidades como las cosas que la gente se olvidaba en ella. Una común, los paraguas. No sabría decir la cantidad de paraguas que se ha llegado ha encontrar. Pero lo que contaba con mucha gracia era cuando llegaba una señora con bastón y se lo olvidaba al salir. Yo he añadido: vamos, que la mujer iba coja la pobre y salía con dos kilos de naranjas, un melón y a la carrera. El hombre decía que su frutería era milagrosa. Nos hemos echado unas risas. Y volviendo a los paraguas, bien podría haberse dedicado a venderlos si le iba mal el negocio. Claro que ahora, si lo de transportista le va mal (no se lo deseo por nada del Mundo), podría dedicarse Al Club de la Comedia, ¡qué arte! Ya le veía ahí actuando entre Leo Harlem y Dani Rovira...
Ha tenido su momento de buenos recuerdos y yo lo he tenido justo después, cuando se ha marchado y ha llegado uno de nuestros transportistas y he nombrado lo del Barrio del Pilar, él ha dicho que allí viven sus padres y me ha preguntado en qué zona vivía y hemos empezado a rememorar cosas.
Como hemos hablado del centro comercial La Vaguada, hemos hablado de locales de allí. Le he contado que me gustaba mucho ir al Mc Donald´s porque tenía un patio y los columpios me gustaban mucho. También me gustaba mucho el tren que había en el que los vagones eran las mesas. Recuerdo que nos gustaba cuando había sitio para comer en éste. Mi "compi "del tren no se acordaba y le ha gustado que lo nombrase. No tiene buena memoria porque no se acordaba de que ya le había contado que viví allí y al oírme ha exclamado ¡sí! Cómo si no lo hubiese oído nunca... Pero no me importa porque así he aprovechado para contarle recuerdos.
En mi cabeza me venían imágenes de momentos vívidos de pequeña.
Otra cosa de la que hemos hablado ha sido de los cines de allí. 
Me acuerdo de cuando fui con mi tía Cristina a ver Fievel y el nuevo Mundo. Al salir íbamos las dos cantando, bajando por las escaleras (no sé si sigue igual) que estaban en una cara del edificio por el exterior y rodeadas de plantas enredaderas.
Me he acordado (esta no se la he contado) de otra vez, años después y ya no viviendo allí, en que fui al cine con unas primas a ver Siete años en el Tibet porque yo era fan de Brad Pitt y veía todas sus pelis.

Y, por una buena persona, he estado toda la tarde con buenos recuerdos.





lunes, 5 de enero de 2015

Noche de Reyes Magos

Hoy es una noche especial, mágica o...
...Al menos así era para mí cuando era pequeña.

Cuando era pequeña recuerdo que no importaba si se creía o no en los Reyes, lo que hacía ilusión era descubrir qué cosas habría bajo el árbol de Navidad. Dicho así parece meramente interesado y no se ve el punto de la magia, cierto. Pero para mí la magia estaba en saber que aún cuando mis padres nos habían avisado de que antes de, no sé qué hora, no nos levantásemos a por los regalos, ellos mismos ya estaba despiertos y mi hermana y yo haciendo tiempo. Era la magia de la ilusión que nos hacía a los cuatro. A unos por ver si nos gustaban las cosas y a otras porque deseábamos verlas.
Era divertido y a la vez desesperante la espera. Mi hermana y yo mirábamos cuantos minutos quedaban para la hora que nos habían dicho y teníamos calculada una canción de aproximadamente un minuto. La cantábamos para calcular el tiempo sin mirar a cada minuto el réloj.
Imaginaos si nos quedaba una media hora... 
Lo que a día de hoy me hace más gracia es que mis padres nos oían despiertas pero andábamos los cuatro esperando...
Recuerdo un año en que los regalos no estaban debajo del árbol y tuvimos que seguir flechas para encontrarlos ¡fue muy divertido! Claro, una vez que supimos que haberlos los había.
Aunque sí que sabíamos que los había porque era raro no saber cuándo habían ido "los Reyes" a por ellos y donde los "habían escondido" mientras tanto. 
Debo aclarar que no por ello miramos antes qué eran, queríamos que fuesen una sorpresa.
En cambio, casi todas las navidades, sabíamos que regalos tendrían unos primos míos ya que uno se dedicaba a enseñarnos donde los guardaban "sus Reyes" y no solían estar envueltos.
Y aunque dicho primo intentase averiguar cuales eran los nuestros, nosotras no le dejábamos.
A día de hoy siempre me ha gustado la incertidumbre de la sorpresa.
Una cosa que no recuerdo es si realmente nos traían cosas que pedíamos en la carta para los Reyes Magos o nos traían cosas que resultaban ser las que queríamos sin pedirlas.
Si recuerdo algunos regalos con más cariño, pero todos con la misma ilusión.
Y según han ido pasando los años los "Reyes Magos" siguen apareciendo cada noche del cinco de enero para dejarnos sus sorpresas. A los "Reyes" también les traen regalos porque ellos también han sido muy buenos. Ellos han tenido ese momento que lo dedicaron en pensar en los otros a la hora de elegir los regalos, ese momento de "romperse la cabeza", de invertir su tiempo... Ese momento que no será magia, pero sí que muy valioso.
Quizá ya no me voy a dormir con mariposas en la tripa por los nervios, quizá ya no es como antes, quizá y sólo quizá porque...
... ¿por qué no nos vamos a dormir esta noche con la ilusión de ser otra vez niños?




domingo, 4 de enero de 2015

Reto ¿50 libros en un año?

El año pasado ya conocía este reto. Lo conocí gracias a una amiga y me pareció interesante. Como comento en mi entrada anterior me apasiona leer y este reto es todo un desafío. No sé decir con exactitud la velocidad a la que me puedo leer un libro porque es muy relativa. No depende de si el libro tiene más o menos páginas, si no del tiempo o ganas que le dedique. Hay libros que al engancharte no dejas de leer en cualquier hueco que sacas libre (y no te lo llevas a la ducha por poco...) y otros, que no lo hacen tanto, pues puede que los lea un día sí y otro no. Hay veces que el modo es que están escritos hacen que la lectura fluya más rápida que los que utilizan un lenguaje más enrevesado. En cualquier caso, para llegar a los 50 habría que leerse a raíz de un libro (y pico) por semana, y, por mi parte, no lo veo posible. Ojo, que no lo descarto a la primera. Salgo de trabajar a las 18:20 y cuando llego a casa, entre unas cosas y otras, suelo leer algo antes de irme a acostar. Lo cual no es mucho y no todos los días, ya que me entra el sueño... Para poder hacer este reto aprovecharé al máximo el tiempo en el fin de semana y cuando tenga días de vacaciones. Claro, que también hay que hacer más cosas y no sólo leer. Mi reto personal será, entonces, superar el número de libros leídos con respecto a los del año pasado. Así que intentaré leer más de 30.
Después de todo, esto es una afición y no una obligación.
También, tengo que volver a leer un libro que dejé a medias y esa era una de las cosas que me propuse, hace tiempo, no hacer.
Este año comienzo con un libro que regalé a mi novio: Assassin´s Creed, La Hermandad de Oliver Bowden.
Seguro que conocéis el juego. Nunca he jugado a él pero tiene unos gráficos muy buenos y la historia está bien. El libro me está pareciendo interesante y, por lo que le voy comentando a mi novio y me confirma, suceden las cosas que salen en el juego. Leí algo un par de días antes de empezar este año y voy por la página 188 (el libro tiene 504), con lo cual no puedo determinar si lograré leerlo en esta primera semana del año.
Para motivarme con mi reto este pasado sábado amplié mi biblioteca con otros cinco libros. Unidos a otros tres que ya tenía, tendría libros para dos meses si quiero conseguirlo. 
Pero lo consiga o no, lo que tengo claro es que lo importante es disfrutar con la lectura, sumergirse en sus páginas como si el verdadero mundo fuese el escrito, tener ganas de continuar con sus historias, ser el personaje, sentir lo que nos cuenta y, que al terminarlo, nos deje una sensación de melancolía. Siempre me ha gustado esta frase de José Vasconcelos: Un libro, como un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía. Me parece que describe con exactitud la sensación que produce un libro cuando nos ha gustado mucho.


Por otra parte, también me gustaría leer algunos de los libros de esos que se recomiendan leer. No ya porque crea que pueden ser los mejores, para gustos... Pero sí por curiosidad de por qué están es esa lista. Uno de ellos es El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. Éste ya le tengo en mi poder. Otro de los recomendados y, que ya conseguiré, es La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón.






Esperándome

Sólo me queda decir que ¡a por ello!